Los primeros emplazamientos humanos debieron estar al otro lado del río, tal y como atestiguan los restos encontrados en el cerro Mirón, donde se encontró un castro amurallado, y en cerro Villavieja, donde muchos historiadores sitúan la ciudad arévaca de Segontia.
Estos lugares elevados permitían el control del Valle del río Henares.
En la Edad del Hierro la zona estaba bastante poblada, como demuestran otros restos encontrados por toda la región.
Al noreste se excavó el castro arévaco de Castilviejo de Guijosa, con unos 3.000 m2 de ocupación y con restos de una muralla de unos 2 m de ancho.
Datado desde el siglo VII a. C. hasta el II a. C., se piensa que fue abandonado antes de la inminente conquista de los romanos.
También existe una necrópolis en Alcuneza y otros restos de asentamientos en toda la zona del sur de Soria y Guadalajara.
El nombre es claramente de ráiz céltica: seg- significa “victoria”.
En el año 77, Gayo Plinio Secundo (Plinio El Viejo), una de las fuentes históricas más respetadas, incluye Secontia entre las ciudades importantes de los arevacos.
Tal y como indica en su gran enciclopedia Naturalis Historia, Volumen III: “A los arévacos les dio el nombre el río Areva. De ellos son seis poblaciones, Secontia y Úxama, nombres que se emplean también en otros lugares, y además Segovia y Nova Augusta, Termes y la propia Clunia, confín de la Celtiberia”.
También la nombran Polibio, Estrabón y Tito Livio.
Se piensa que ya en el V a. C. Secontia era una importante ciudad arévaca ubicada al otro lado del río hacia el noreste, en el cerro de Villavieja.
En el III a. C. los cartagineses Aníbal y después su hermano Asdrúbal la sitiaron.
Tras caer Numancia en 133 a. C. la ciudad fue conquistada por los romanos.
En época romana la ciudad mantuvo su importancia, ya que se encontraba en una de las principales vías, la Vía XXV que comunicaba Emerita Augusta (Mérida) con Caesar Augusta (Zaragoza) pasando por Toletum (Toledo).
Así lo recoge el llamado Itinerario de Antonino (Caracalla) del siglo III, que describía pormenorizadamente las múltiples calzadas romanas del imperio.
Con el tiempo, la falta de amenaza militar llevó a descender a los civiles de la zona fortificada en lo alto del cerro para crear un segundo emplazamiento humano en la vega del rio.
Siempre al otro lado del río Henares de donde se encuentra ahora Sigüenza.
Este asentamiento prosperó gracias a la economía que aportaba el paso de una de las principales vías de transporte del imperio, como atestiguan numerosas villas romanas localizadas en los alrededores.
Y llegaron los bárbaros.
Parece que fue en época visigoda cuando la población empezó a trasladarse a este lado del río Henares.
Y para asegurarse el control visual levantaron un torreón en la montaña donde hoy se ubica el castillo.
Así, también con los visigodos se desarrollaron dos nucleos de población que perduraron en el tiempo.
Una pequeña fortificación militar en la cima del cerro donde ahora se alza el castillo, y una urbe junto al río Henares, donde se expande la alameda y la zona de la catedral.
La ciudad tenía tal importancia que se convirtió en sede episcopal.
En el III Concilio de Toledo del año 589 consta que acudió el primer obispo conocido de Sigüenza llamado Protógenes.
En este cónclave presenció un hecho histórico crucial: la conversión al catolicismo del monarca Recaredo. Y con él, el reino visigodo renunció al arrianismo.
En los posteriores sínodos también acude un obispo en representación de Sigüenza, por lo que se mantuvo su condición de diócesis.
Dependía de la Archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana de Cartaginense.
Tras la conquista musulmana se levantó el castillo en la actual ubicación como refuerzo defensivo de la frontera, pero como ciudad perdió importancia en favor de Medinaceli.
Al estar en zona fronteriza la ciudad pasó a manos cristianas en cortos periodos de tiempo. Incluso se afirma que fue tomada por el Cid Campeador.
A finales del siglo XI, una comunidad de monjes de la orden de Cluny llegó a Castilla, posiblemente convocados por el rey Alfonso VI, para sustituir el rito mozárabe por el romano, tal y como había ordenado el papa Gregorio VII.
Entre ellos llegó Bernardo de Sedirac, natural del Ducado de Aquitania, que, tras la reconquista de Toledo, fue nombrado arzobispo.
De la mano de Bernardo de Sedirac vino otro Bernardo, también de Aquitania y de la orden de Cluny.
Este Bernardo, que provenía de la villa de Agén, además de monje era soldado, como ocurría a menudo en esta época, y tomó parte en las batallas que disputaba el rey Alfonso I de Aragón.
En estas campañas bélicas llevaba consigo una estatua de una virgen, que más tarde se depositaría en el trascoro de la catedral como la Virgen Mayor y se convertiría en la patrona de la ciudad de Sigüenza.
Unos años más tarde, el rey de León, Alfonso VII, mandó al arzobispo de Toledo restituir las diócesis visigodas que permanecían en manos de los musulmanes y encargó a cada nuevo obispo que conquistase su ciudad.
Así, en 1121 el cabeza de la iglesia hispana nombró obispo de Sigüenza a Bernardo de Agén y le encargó la toma de la urbe.
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Así, el 22 de enero de 1124, día de San Vicente Mártir, Bernardo de Agén al mando de su pequeño ejército conquistó la fortaleza de Segontia y expulsó a los almorávides.
En principio la ciudad seguía dividida en dos áreas: la Segontia Superior, en torno al castillo y bajo mando directo del rey, y la Segontia Inferior, bajo la autoridad eclesiástica, en este caso el obispo Bernardo de Agén.
En 1146, el rey Alfonso VII de León unificó ambos núcleos bajo el gobierno del cabildo religioso.
Seguía siendo zona fronteriza con los musulmanes, por lo que los enfrentamientos eran constantes.
Bernardo de Agén dirigió la ciudad hasta su muerte en 1152 (se dice que en batalla en Huertahernando), cuando le sucedió en el obispado su sobrino Pedro de Leucate.
Durante seis siglos la villa fue gobernada por los obispos de la diócesis.
En el siglo XV pasó a manos del cardenal Pedro González de Mendoza, también arzobispo de Toledo, y quinto hijo de uno de los grandes de España, el primer Marqués de Santillana.
Durante su gobierno la ciudad medieval vivió un importante momento de desarrollo económico y urbano, habilitándose la Plaza Mayor e inaugurándose la Universidad de Sigüenza, que permaneció funcionando hasta 1824 cuando pasó a formar parte de la Universidad de Alcalá de Henares.
En 1805 se eliminaron los señoríos eclesiásticos, pasando todas las ciudades a estar bajo el gobierno real.
Durante la invasión francesa y las Guerras Carlistas la ciudad sufrió bastantes destrozos, especialmente el castillo.
En 1849, “el obispado de Sigüenza” tenía 940 casas y 4.717 habitantes, según el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1849) de Pascual Madoz.
A principios de la Guerra Civil se produjo la Batalla de Sigüenza, en la que hubo bombardeos y se destruyó el hospital y hospicio del obispado y parte de la catedral, donde se habían refugiado los republicanos.
En 1946 quedó restaurada la catedral y el resto de la ciudad.
En los años 70 se restaura también el castillo y en 1978 se inaugura como Parador de Turismo, lo que ayudó a potenciar el valor turístico de la villa.
En 1965 “la ciudad de Sigüenza” se declara Conjunto Histórico Artístico (en 2017 se delimita la zona) y en 1985 se declara Bien de Interés Cultural.
En 2017 es elegida por los internautas como Capital del Turismo Rural.
Hoy día, el casco viejo de Sigüenza destaca, sin duda, por ser una de las ciudades medievales que mejor se conservan y más importantes de España.
La hipótesis más extendida es que “Sigüenza” viene de “Segontia”, que es como la llamaron los arevacos, el pueblo celtíbero que habitaba estas tierras hasta Soria antes de que la conquistasen los romanos.
Y, ¿qué significa “Segontia”?
“La que domina el valle”, parece ser.
Otra teoría, como la del doctor en filología románica Jairo J. García Sánchez apunta a que la raíz “seg-“ significa “victoria” en indoeuropeo, por lo que Segontia estaría relacionado con el concepto de victoria.
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Fotos: Iñigo Quintanilla (Best Rural Spain).
BIBLIOGRAFÍA:
VV. AA. DICCIONARIO DE HABLA SORIANA.
AYUNTAMIENTO DE SIGÜENZA, ÁREA DE TURISMO.
DEAMOS, MARÍA BELÉN; DE BALBÍN BEHRMANN, RODRIGO y FERNÁNDEZ MIRANDA, MANUEL (1977). “Castilviejo de Guijosa (Sigüenza)”. Universidad de Castilla - La Mancha.
FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL. “Sigüenza”. Románico Digital.
LORENZO, ANTONIO (2020). “La controvertida leyenda de Santa Librada”. Blog Adarve5.
MADOZ, PASCUAL (1849). “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, tomo XIV, p. 388 - 393”.
MUÑOZ PÁRRAGA, Mª DEL CARMEN (1982). “La catedral en la ordenación urbanística de Sigüenza”. Wad-al-Hayara: Revista de estudios de Guadalajara, ISSN 0214-7092, Nº. 9, 1982, págs. 241-248.
PLAZA DE AGUSTÍN, JAVIER (2013). “La Antigüedad de Sigüenza”. Historia de Guadalajara.
PLINIO EL VIEJO (77). “Naturalis Historia. Libro III”. p 6. Trad. Antonio Fontán. Biblioteca Clásica Gredos. 2016.
GARCÍA SÁNCHEZ, JAIRO JAVIER (2006). “Castilla-La Mancha y sus topónimos (III)”. Rinconete, Centro Virtual Cervantes.
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